Lo primero que tienes que tener en cuenta cuando te pongas a “estudiar un idioma” es que precisamente no se estudia como la Historia o el Derecho. No se trata de sentarte a memorizar, se trata de entrenar tu oído, tu mente y las partes de tu cuerpo que usas para hablar de forma continua y constante. Hoy nos vamos a centrar en trucos que te ayuden a concentrarte para aprender un idioma nuevo.
Busca un lugar aislado
Esto es imprescindible: cuando te pongas a estudiar un idioma tienes que estar en un lugar donde nadie te vaya a molestar durante el rato que le dediques al estudio y, sobre todo, donde no te dé reparo hablar en voz alta. Si pretendes aprender sin hablar en voz alta, no lo vas a conseguir. Así que tienes que estar lo suficientemente cómod@ para hacerlo sin ningún tipo de vergüenza.
Guarda un espacio de tiempo al día, todos los días, y respétalo
¿Te imaginas a una gimnasta que entrenara sólo una vez a la semana durante muchas horas seguidas? ¿Crees que estaría preparada para competir? Obviamente, no. Pues con un idioma pasa igual. De nada sirve pegarse un atracón de estudiar una vez a la semana, o una vez cada dos semanas. Lo que hay que hacer es practicar cada día. Lo repetimos, y ahora en mayúsculas: lo que hay que hacer es practicar CADA DÍA. Sabemos por experiencia que si no es así, no lo vas a conseguir. Tener un mínimo de 20 minutos al día de contacto con el nuevo idioma es imprescindible.
Tenlo todo planificado
Los primeros minutos de tu estudio son los que más te van a cundir porque tu rendimiento intelectual normalmente va a ser más alto en ese momento. No gastes esos valiosos minutos en pensar “A ver… ¿qué me aprendo hoy?” Si haces eso, te vas a desconcentrar y vas a perder mucho el tiempo.
¡Tenlo pensado de antemano! Antes de sentarte a estudiar es vital que sepas qué te toca hacer ese día en concreto. Y para eso tienes que tener un buen plan de estudio. Dedica un tiempo cada semana a elaborarlo y anótate en una agenda o en un calendario qué vas a estudiar cada día. De esta forma, llegarás, te sentarás y te pondrás manos a la obra.
Sal de tu zona de estudio
No sólo puedes estudiar en un lugar aislado. ¡Sal ahí fuera! Charla con nativ@s siempre que tengas ocasión, ponte la radio en el idioma cuando vayas conduciendo, practica en voz alta lo que has aprendido mientras te duchas, practica mentalmente mientras vas en el metro, traduce tus pensamientos cuando camines por la calle, ponte podcasts mientras corres… ¡Hay mil de formas de insertar un idioma nuevo en tu vida diaria! Y todo esto, por supuesto, entra dentro de los 20 minutos mínimos diarios de los que hablábamos antes.
Repasa antes de dormir
Ese momento en el que estás en la cama esperando a que te entre sueño es ideal para repasar mentalmente todo lo que ya sabes. Para no liarte, piensa sólo en tres cositas cada día y repásalas mientras concilias el sueño. También puedes ponerte a construir frases sobre las cosas que vas a hacer el día siguiente o sobre lo que has hecho ese día, por ejemplo. ¿Quién sabe? ¡A lo mejor hasta consigues soñar en el idioma que te hayas propuesto aprender!
Mantén un alto nivel de motivación
Lo más importante para mantener la concentración cuando estás estudiando es no abrumarte ni desmoralizarte. Es imprescindible que estés motivad@ todo el tiempo. Y para eso, lo único que puedes hacer es ponerte metas realistas e intentar disfrutar al máximo del rato que pasas aprendiendo. Lo decimos siempre, no se puede aprender todo de golpe, es mucho mejor dosificar; merece la pena aprender poco, pero aprenderlo bien, que abarcar mucho y acabar no sabiendo decir nada con seguridad.
Si necesitas apoyo profesional, ¡contáctanos!